Mauricio Álvarez de las Asturias Bohorques y Ponce de León

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Mauricio Álvarez de las Asturias Bohorques y Ponce de León
Cádiz

Mauricio Álvarez de las Asturias Bohorques y Ponce de León

03.11.1864

Jerez de la Frontera (Cádiz)

1
Juegos Olímpicos Deporte Categoría Prueba
Resultado
1900 París (Francia) Esgrima Masculina Espada individual
Puesto 84
1900 París (Francia) Esgrima Masculina Florete individual
Puesto 25
1900 París (Francia) Esgrima Masculina Sable individual
Puesto 15


Biografía de Mauricio Álvarez de las Asturias Bohorques y Ponce de León

Protagonista oculto del Olimpismo español hasta hace no mucho tiempo, este jerezano suma a su densa nómina de títulos nobiliarios el honor de ser, tras la reorganización que el Comité Olímpico Internacional efectuó en 2004 de las pruebas deportivas celebradas dentro de la Exposición Universal de París 1900, el primer español olímpico de la Era Moderna.

Nació en Jerez de la Frontera el 4 de noviembre de 1864 en el seno de una de las familias más relevantes de la época. Hijo de Nicolás Álvarez de las Asturias Bohorques y Guiráldez, conde de Lérida, y de María de la Consolación Ponce de León y Balleras, fue el mediano de tres hermanos, siendo Manuel el mayor y María del Rosario, la menor.

En 1882 heredó de su tío Mauricio el Ducado de Gor, siendo por tanto el cuarto duque de Gor, título al que sumó los de noveno marqués de los Trujillos, décimo conde de Canillas de los Torneros de Enríquez, Grande de España, Gran Cruz de Carlos III y de Isabel la Católica, gentilhombre de cámara del Rey, con ejercicio y servidumbre, y maestrante de Granada.

Se casó con la peruana Rosa María de Goyeneche y de la Puente, dama de la reina María Cristina e hija de los condes de Guaqui, con la que tuvo cuatro hijos: Mauricio, que heredó el ducado de Gor y el condado de Canillas de los Torneros de Enríquez; José Álvarez de las Asturias Bohorques y de Goyeneche, marqués de los Trujillos; Nicolás y María del Carmen.

Cabe destacar que el segundo hijo, José (1895-1993), fue olímpico en hípica en los Juegos de París 1924 y Ámsterdam 1928, donde fue medalla de oro en saltos por equipos junto a José Navarro Morenés y Julio García Hernández. Cuentan las crónicas que el duque de Gor, su padre, les recibió en la frontera francoespañola de Hendaya con botellas de champán para celebrarlo.

Mauricio Álvarez de las Asturias, que quedó viudo en 1905, falleció a los 65 años de edad el 24 de febrero de 1930, en Madrid, sobre las siete de tarde luego de un acontecimiento doblemente funesto. En la madrileña calle Barquillo atropelló a un viandante, quien, tras ser trasladado por el propio duque en su vehículo a la casa de socorro del distrito del Hospicio, falleció a los diez minutos del ingreso. Relatan las crónicas de sucesos del día que el duque, indispuesto tras el accidente, quedó tan impresionado al conocer la muerte del peatón que vio agravada su situación física y, a los pocos minutos, murió víctima de una hemorragia cerebral.

Nuestro andaluz fue en su juventud todo un sportmen –calificativo con el que se distinguía a los deportistas de la época marcadamente polifacéticos–, al practicar la esgrima, la caza y la hípica –llegó a ser presidente de la Sociedad Hípica Española–, siendo además aficionado a las carreras de galgos y a los torneos medievales.

En el cambio de siglo, París acogía la Exposición Universal de 1900, en cuya agenda se encontraban los Concursos Internacionales de Ejercicios Físicos y Deportes, los cuales han pasado a la historia como los segundos Juegos Olímpicos. Tales concursos englobaron más de 30 modalidades, de singular disparidad, y captaron la participación de 59.000 participantes procedentes de más de 30 países, prolongándose del 15 de abril al 12 de noviembre de 1900. En 2004, el Comité Olímpico Internacional ordenó el palmarés de estos II Juegos Olímpicos, diferenciando pruebas olímpicas y pruebas no olímpicas. Entre las olímpicas, la esgrima, deporte para cuya competición nuestro protagonista, de forma independiente y aventurera –no había equipo nacional y no existía el Comité Olímpico Español–, acudió a la capital francesa.

El primer envite para el jerezano resultó ser la prueba de florete individual para aficionados, disputada del 14 de mayo al 1 de junio, en el Gran Salón de Fiestas de la Exposición. El concurso comprendió una fase eliminatoria y una fase definitiva, a la que accedían los 16 mejores tiradores por valoración del jurado al término de los asaltos, teniendo en cuenta aspectos como, ¡ojo!, la indumentaria de los contendientes, el número y la calidad de tocados dados y recibidos.

Con 54 contendientes en liza, 39 de ellos franceses, al andaluz le correspondió el honor de abrir la competición ante el francés Félix Debas. Ambos tiradores fueron clasificados por los jueces para un segundo combate, el 16 de mayo, momento en el que el duque de Gor ya resultó apeado de la competición, aunque curiosamente también su rival, el nacional León Thiébaut. Al haber disputado dos combates en la primera ronda ­–mientras que 18 contendientes solo efectuaron un combate–, le correspondió el 25.º puesto al considerarse que la fase eliminatoria tuvo dos partes y que el andaluz compitió en una suerte de cuartos de final.

La segunda arma en la que participó el jerezano fue la espada para aficionados, mantenida del 1 al 15 de junio en la terraza del Jeu de Paume, en el jardín de las Tullerías. El torneo se desarrolló por el sistema de poules, habiéndose organizado los 102 participantes en 17 grupos de 6 tiradores cada uno, de los cuales promocionarían a la segunda ronda los dos primeros de cada grupo. No fue el caso del andaluz, quien compitió el 6 de junio emparejado con el francés Léon Sée, el argentino Eduardo Camet –los dos clasificados del grupo–, los galos De Meuse y Joseph Rodrigues y el peruano Carlos de Cándamo. El cubano Ramón Fonst fue el vencedor final.

La actuación de Mauricio Álvarez de las Asturias en París se clausuró con el torneo de sable para aficionados –del 18 al 27 de junio, de nuevo en el Gran Salón de Fiestas–, siendo la prueba en la que más cerca estuvo de los primeros. Dividida en tres fases –eliminatoria, segunda prueba y final–, las clasificaciones generales de cada fracción se efectuaron por la suma de puntos en función de los tocados dados y recibidos y la nota del jurado por la apreciación subjetiva de la ejecución de los tocados.

Con sólo 23 participantes, el duque de Gor superó el 19 de junio la eliminatoria y se presentó al día siguiente en la segunda prueba junto a 7 franceses, 7 austrohúngaros, 2 italianos y un alemán, de los cuales 8 pasaron a la final, con triunfo final del capitán Georges de la Falaise. El gaditano cayó en esta ronda –una especie de semifinales– venciendo dentro de su grupo (2), lo que se sabe, al húngaro Miklos Todoresku y perdiendo ante el italiano Stagliano, si bien también debió enfrentarse al húngaro Hugo Hoch, igualmente eliminado, y a los cuatro clasificados de este grupo para el poule final, cuyas identidades se desconocen.

Así, nuestro primer olímpico concluyó su participación en una honrosa 15.ª posición, correspondiéndole, curiosidad añadida, una medalla de plata. Aunque las medallas en su concepto actual no existieron en estos Juegos, en esta prueba de sable, en ausencia de premios en metálico –prohibidos para las pruebas amateurs (y olímpicas)– se entregaron medallas de oro vermeil a los 8 primeros, medallas de plata a los 8 siguientes y medallas de bronce al resto de clasificados.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 14 de noviembre de 2020