Juan
Martínez Oliver
Juan Martínez Oliver
04.02.1962
Almería
Juegos Olímpicos | Deporte | Categoría | Prueba | Resultado |
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1996 Atlanta (EE.UU.) | Ciclismo_Pista | Masculina | Persecución individual | Puesto 5 |
1996 Atlanta (EE.UU.) | Ciclismo_Pista | Masculina | Persecución por equipos | Puesto 5 |
Biografía de Juan Martínez Oliver
Curiosamente a Martínez Oliver le llegó la llamada olímpica en el tramo final de su carrera deportiva y no precisamente en la especialidad que fue oficio y pasión durante 11 años, el ciclismo en carretera, hasta 1996 vedado a los profesionales en el ámbito de los Juegos. Fue en la disciplina de pista en la que el andaluz se recreó luego de haber abandonado los pelotones de las principales carreras en ruta del mundo, dejando el recuerdo de profesional digno, con especial habilidad para el llano, y el de aquel corredor que ganó la última contrarreloj del Tour de Francia de Perico Delgado.
Juan nació el 4 de febrero de 1962 en Almería. Hijo de José y Trinidad, sus inquietudes hacia el ciclismo le llegaron por imitación de su hermano Pedro, que corría en la categoría aficionada, y su primera bicicleta fue la de este, que tomaba prestada a escondidas para montar por las calles del barrio e incluso efectuar alguna escapada por carretera. “Formalizado” el traspaso de la montura con motivo del servicio militar del mayor de los Martínez Oliver, nuestro protagonista pasó en 1975 de aquellos inicios esporádicos y furtivos a una práctica más estructurada en la Escuela de Ciclismo de Almería, donde destapó su talento para este deporte, a pesar de que en los comienzos apenas si llegaba a los pedales de la fraternal bicicleta.
Posteriormente, al llegar a la edad cadete, accedió al que fue su primer club, el Muebles Ruiz Collado, donde permaneció hasta la categoría juvenil, en la cual se proclamó en 1980 campeón de Andalucía, en Ceuta. A raíz de este título, el equipo Otero-Fuenlabrada le abrió las puertas del campo amateur nacional, donde debutó en 1981, destacando en esta primera temporada como aficionado que el 10 de mayo de 1981 llegó 4.º en el Campeonato de Andalucía disputado en Huelma (Jaén), siendo el mejor aficionado de segunda categoría.
Tras el parón de la mili (1982), el almeriense corroboró su clase dentro del pelotón amateur español y se hizo un ciclista importante para la UC Fuenlabrada, cuestión nada baladí y absolutamente providencial pues en aquella campaña de 1983 la entidad fuenlabreña terminó de urdir su importantísimo proyecto de ascenso al campo profesional para la temporada 1984, cosa que finalmente materializó bajo la marca Colchones Dormilón y con nuestro biografiado en sus filas.
Ese primer año en la máxima categoría, a las órdenes de Maximino Pérez, concluyó 6.º la Vuelta a los Puertos y la Clásica de Alfafar, 10.º el Gran Premio de Alicante y 15.º la Vuelta a Aragón. En 1985, debutó en la Vuelta a España (92.º), fue 17.º en el Campeonato de España celebrado en Valladolid y terminó el año estrenando su casillero de triunfos en la Vuelta a Cataluña, en cuya quinta etapa se impuso en solitario, con una ventaja de más de seis minutos sobre el pelotón en la meta de Lérida. Al año siguiente (1986), el rodador almeriense completó la tercera y última temporada en el Dormilón, regalando a quienes le dieron la oportunidad de ser profesional un nuevo triunfo –la cuarta etapa de la Vuelta a Asturias, en Llanes–, amén de otras actuaciones reseñables: 65.º en la Vuelta a España y 7.º en la Clásica Zaragoza-Sabiñánigo.
A finales de 1986, Juan fichó por el equipo alicantino Kelme, con el que formalizaría otro trienio, sin duda, el más exitoso de su carrera deportiva. Para empezar, la campaña de 1987 se saldó con la victoria en el Memorial Manuel Galera y puestos menores en la Vuelta a La Rioja (14.º) y el Campeonato de España, en Vera de Bidasoa (48.º), aunque la verdadera dimensión de las capacidades de llaneador y contrarrelojista que atesoraba el almeriense se ofreció plenamente en 1988, cuando se impuso en el Critérium Fuengirola-Mijas, fue 20.º en la Vuelta a Burgos y corrió dos grandes, la Vuelta a España (75.º) y el Tour de Francia (134.º), adjudicándose en las dos sendos parciales. En la primera hizo buena una fuga camino de Ávila y en el segundo consiguió la victoria más importante de su trayectoria como corredor de ruta al ganar la contrarreloj del penúltimo día, en Santenay, siendo, por tanto, uno de los cinco ciclistas andaluces que ha ganado una etapa de la Grande Boucle. Para la historia, queda la foto de Juan en el podio como ganador de etapa y su beso a Pedro Delgado, el vencedor de aquel Tour.
En 1989, todavía en Kelme, volvió a levantar los brazos –etapa 3 de la Vuelta Murcia, con meta en Águilas– y regresó a la Vuelta a España (131.º) y al Tour de Francia (abandonó), antes de que su amigo Perico Delgado se lo llevase al todopoderoso Banesto en 1990, firmando un contrato de dos temporadas y con la clara misión de ser apoyo del segoviano en las etapas llanas y pruebas contrarreloj por equipos, de ahí su presencia en la Vuelta a España (88.º) y Tour de Francia (98.º), en 1990, y Giro de Italia (106.º), en 1991, destacando que en su debut en la ronda transalpina estuvo a punto de completar la colección de victorias en las grandes vueltas al ser 3.º en una etapa.
Tras su paso por el conjunto bancario, Juan regresó a Kelme y rubricó dos campañas más que aceptables. En 1992, fue 4.º en la Vuelta a Murcia, 4.º en la Clásica de Almería y 75.º en la Vuelta a España 1992. En 1993, venció en la etapa contrarreloj de la Vuelta al Alentejo y en fuga hizo lo propio en el tercer parcial de la Vuelta a Algarve –quedó segundo en la clasificación general–, ambas en Portugal, añadiendo en este país el 3.º puesto en el Gran Premio A Capital. Asimismo, se clasificó 59.º en el Giro de Italia y cerró el año venciendo en el Critérium Diputación Provincial de Granada.
Pese a todo, el Kelme no le renovó el contrato y Juan afrontó el año 1994 sin equipo –aunque terminó fichando en julio con el Castellblanch, esto es, la UC Fuenlabrada–, circunstancia que propició un cambio profundo y quizás inesperado en la carrera deportiva de Juan, pues, debido a sus grandes cualidades como rodador y su notable adaptación al velódromo, fue convocado a las concentraciones específicas de pista por los técnicos de la Real Federación Española de Ciclismo, despertándose en el almeriense la ilusión de acudir a los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.
Corredor hecho y experimentado, con un perfecto estilo de rodador sobre la bicicleta, en este año de incorporación a la pista sus éxitos competitivos no tardaron en llegar en la prueba de persecución individual: medalla de oro en el Campeonato de España, celebrado en Tomelloso (Ciudad Real); récord de España de persecución (4:29.604); medalla de plata en la Copa del Mundo de Hyères (Francia); medalla de bronce en la Copa del Mundo de Palermo (Italia); cuarto puesto en la Copa del Mundo de Dinamarca; medalla de bronce en la general de la Copa del Mundo (y plata en persecución por equipos); y, como colofón al año, quinto puesto en el Campeonato del Mundo, celebrado en Palermo.
El experimento había resultado y en 1995 Juan se centró de forma exclusiva en la pista con el objetivo de cubrir los pasos necesarios hasta los Juegos. En esta nueva campaña, alejado por tanto de la carretera, nuestro protagonista fue medalla de bronce en el Campeonato de España de Valencia, medalla de oro en la Copa del Mundo de Hyères, medalla de plata en la Copa del Mundo de Atenas (Grecia) y 6.º en el Campeonato del Mundo de Bogotá (Colombia), a lo que hay que sumar, en la prueba colectiva, la 6.ª plaza en la Copa del Mundo de Quito (Ecuador) y el 5.º puesto en el Mundial.
De esta forma, llegó la temporada 1996, en la que, antes de las Olimpiadas, el ciclista andaluz ganó la medalla de oro en persecución individual y puntuación en el Campeonato de España y el mismo metal en persecución individual y por equipos en la Copa del Mundo de Cali (Colombia) y La Habana (Cuba), así como los títulos individual y colectivo de la Copa del Mundo 1996. Por tanto, pleno de moral y curtido en mil batallas en las rutas de medio mundo, el corredor acudió a Atlanta, al velódromo de Stone Mountain, para debutar a sus 34 años en unos Juegos. Su actuación fue, indudablemente, notable, si bien los dos diplomas conseguidos, a tenor de los precedentes competitivos, quizás pudieron resultar algo agridulces.
El estreno se produjo el 24 de julio, en la calificación de la persecución individual, que superó holgadamente: pasaban 8 de los 18 inscritos y el andaluz realizó el 4.º tiempo (4:27.909). No obstante, en cuartos de final cayó (4:28.310) ante el australiano Bradley McGee (4:24.943) y quedó apeado de la lucha por las medallas.
Dos días más tarde, el 26 de julio, en la prueba colectiva, se repitió la historia. El cuarteto español formado por Juan Llaneras, Santos González, Adolfo Alperi y Juan Martínez Oliver superó la calificación (4:12.780) como 7.º clasificado entre 17 equipos y en cuartos de final cedió (4:11.310) ante Italia (4:09.215).
Al regreso de Atlanta, el ciclismo profesional de pista se trasladó al Campeonato del Mundo, llevado a cabo en el velódromo de Mánchester (Reino Unido), y Juan concluyó 6.º en persecución individual para cerrar el gran año.
Cumplido el sueño olímpico, el ciclista andaluz disputó la temporada de su despedida, 1997, de nuevo dejando muestras de calidad y compromiso con su deporte. Así, siempre en persecución individual, fue otra vez campeón de España –en Palma de Mallorca–, medalla de bronce en la Copa del Mundo de Cali y 4.º en las citas de Milán (Italia) y Atenas. Como colofón a 14 años en la elite mundial, rememoró viejos tiempos sobre el asfalto y ganó ante los suyos el Critérium Almería 2005, en la Rambla de su ciudad natal, apuntándose la décima y última victoria profesional en carretera en su despedida efectiva del alto nivel competitivo, con el homenaje incluido del público y compañeros –Pedro Delgado dio el banderazo de salida.
Inmediatamente, el bravo almeriense abrió una nueva etapa en su vida sin despegarse del ciclismo y el mismo año 1997 accedió al cargo de seleccionador nacional de pista, aunque posteriormente recuperó las viejas sensaciones de la ruta llevando a cabo durante nueve campañas funciones de director técnico de dos equipos profesionales. Primero, estuvo al frente del Costa de Almería de 2001 a 2004 y, más tarde, dirigió el Andalucía de Antonio Cabello, de 2005 a 2009. En junio de 2010, volvió a ser nombrado seleccionador nacional de pista, cargo en el que permaneció hasta junio de 2013.
El legado de Juan en Almería es evidente como puede apreciarse por la constitución el 1 de enero de 2004 de la Unión Ciclista Martínez Oliver para el fomento de la práctica del deporte y del ciclismo en Almería. Esta entidad organiza cada año la multitudinaria Marcha Cicloturista Juan Martínez Oliver –en 2020 debía celebrar la 17.ª edición, pasada de mayo a octubre y finalmente cancelada por la pandemia sanitaria– en honor del que ha sido, sin ambages, el mejor ciclista profesional que ha dado Almería y cuyo ayuntamiento le concedió el escudo de oro de la ciudad.
Juan Martínez sigue viviendo en Almería con su mujer, Juani, y sus hijos, María del Mar y Juan. Tras una incursión en el mundo empresarial de la telefonía y regentar una tienda de bicicletas entre 2015 y 2017, en la actualidad colabora en todo lo relacionado con el ciclismo en la ciudad. Asimismo, desde la edición de 2013, es chófer colaborador en la Vuelta Ciclista a España –evento en el que también se encarga de las Aulas Cofidis– y en los últimos años en las vueltas a Andalucía y a la Comunidad Valenciana. En enero de 2021 volvió a ser designado responsable de la selección española de pista.
Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 2 de enero de 2021