Adolfo
Fernández
Adolfo Fernández de la Hoz
25.11.1960
Sevilla
Juegos Paralímpicos | Deporte | Categoría | Prueba | Resultado |
---|---|---|---|---|
1976 Toronto (Canadá) | Natación | Masculina | 100 libre 4 | Puesto 4 |
Biografía de Adolfo Fernández de la Hoz
El 6 de agosto de 1976 Adolfo Fernández de la Hoz no había cumplido todavía los 16 años cuando se enfrentaba a la primera prueba internacional de su corta vida: nada menos que las eliminatorias de los 100 metros estilo libre –clase 4– de la Paralimpiada de Toronto. Su tiempo de 1:14.07 fue el segundo mejor de todas las series, lo que, a los ojos de los técnicos de la delegación española y de algún que otro periodista, era una medalla en ciernes, ya que se le presuponía margen de mejora al poseer un tiempo acreditado de 1:08. Detalle importante era que dicha marca personal se había realizado en piscina de 25 metros y en Canadá se competía en vaso largo.
La final llegaba 24 horas después y, en ella, el inexperto sevillano, acompañado de una presión desconocida para él, nadó muy nervioso. ¿Resultado? Tras 100 metros de lucha, tocó la pared 1 minuto, 14 segundos y 51 centésimas después de haberse lanzado al agua. ¿Clasificación? El cuarto puesto, a un suspiro –dos centésimas– del podio paralímpico. ¡Qué lástima! Hubiera sido la primera medalla paralímpica del deporte andaluz, a la sazón conseguida al día siguiente, 8 de agosto, por Antonio Delgado, en atletismo.
Adolfo Fernández nació el 25 de noviembre de 1960 en Sevilla, ciudad en la que siempre ha vivido y en cuyo barrio de Bami transcurrió su infancia y juventud al lado de sus padres, José Luis y Dolores, y hermano menor, Juan de la Cruz. Con dos años padeció poliomielitis y las secuelas de la misma le afectaron la pierna derecha, motivo de que con solo 4 años su padre lo llevase al Club Náutico de Sevilla para que hiciese deporte, siguiendo las recomendaciones de los médicos de que el ejercicio físico aminoraría las consecuencias de la enfermedad.
La insistencia de José Luis Fernández a este respecto fue inflexible, como recuerda nuestro protagonista, quien en el club sevillano aprendió a nadar de la mano de la entrenadora Laura Sánchez y también se inició en el judo. Durante años ambas actividades tuvieron para él una faceta lúdica y terapéutica que le permitía compaginarlas sin problemas con sus estudios en el Colegio San Antonio María Claret de Heliópolis, al lado del estadio del Betis. Sin embargo, poco a poco el gusanillo de la competición atrajo con su llamada a Adolfo y en torno a 1973 se introdujo de lleno en el deporte adaptado, como muchos otros discapacitados, a través de la Asociación Nacional de Inválidos Civiles (ANIC), cuya sede en Sevilla se encontraba en la calle Abades.
Fernández de la Hoz entró en el equipo de natación que dirigía José Luis Esteve y comenzó a competir en las escasas pruebas locales y regionales de la época hasta que en 1975 viajó con la selección sevillana a su primer gran compromiso: el V Campeonato Nacional de Natación para Minusválidos, en Vigo (Pontevedra). “Nadé los relevos y el 100 libre y no conseguí medallas, pero se fijaron en mí. Sería por la planta, la juventud, por las marcas que había hecho… No sé, el caso es que tras el verano de ese año me llegó a casa una carta –de la Federación Española de Deportes para Minusválidos (FEDM)– donde me indicaban que estaba en la preselección para Toronto. Recuerdo perfectamente ese día. Fue increíble”, rememora.
Aquella comunicación supuso una revolución en la vida de Adolfo, que desde ese momento intensificó sus entrenamientos en sesiones de mañana y tarde al lado de su entrenador, Esteve, en el marco de la piscina cubierta del Club Natación Sevilla, cuya cesión había logrado este. Desde otoño de 1975 a la primavera de 1976 el técnico estuvo enviando a la FEDM la evolución de las marcas del sevillano hasta que, finalmente, fue incluido en la convocatoria definitiva.
Antes, había logrado en los III Juegos Nacionales de Deportes para Minusválidos, en Madrid, la medalla de bronce para Sevilla en relevos 4×50 estilos en compañía de Paco Flores, Manuel Jara y José Manuel Plaza. Precisamente junto a estos dos últimos, Manolo y Willy, marchó Adolfo para Canadá sin saber que estaba formando parte del primer grupo de deportistas andaluces que asistía a unos Juegos Paralímpicos. Todo un pionero.
Después de aquella experiencia inolvidable para un chico de su edad, nuestro biografiado decidió dejar la natación de competición pese a que la mayoría de sus compañeros –Marifi Monterrubio, Jara, Plaza…– pasaron al grupo de entrenamiento que abrió Laura Sánchez, quien le había enseñado a nadar. “Luego me arrepentí”, reconoce Adolfo, que con los Juegos cerró su brevísimo periplo en el deporte adaptado.
A continuación, se centró en el judo –absoluto, no para discapacitados, que se circunscribe a la discapacidad visual–, disciplina en la que ganó el Campeonato de Sevilla de 1978 y se clasificó para el Campeonato de España de ese año, en Madrid, donde cayó en la primera ronda. Tras este éxito, siguió compitiendo un par de años más hasta dejarlo. Actualmente, es cinturón negro primer dan y lo practica de forma esporádica como diversión, cuando se lo permite la espalda, además de acudir a diario al gimnasio.
Profesionalmente, Adolfo Fernández se formó en la Academia Preuniversitaria y accedió a una plaza de funcionario en el Ayuntamiento de Sevilla, donde en la actualidad trabaja como técnico informático. Casado desde 1987 con Noemí y con dos hijos, Pablo y Carmen, mantiene su residencia en su querida Sevilla.
Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 26 de octubre de 2020