Alfonso
Segovia
Alfonso Segovia Segovia
05.07.1945
Jerez de la Frontera (Cádiz)
Juegos Olímpicos | Deporte | Categoría | Prueba | Resultado |
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1972 Múnich (Alemania Federal) | Hípica_Saltos | Mixta | Individual |
Puesto 8
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1972 Múnich (Alemania Federal) | Hípica_Saltos | Mixta | Equipo |
Puesto 7
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1976 Montreal (Canadá) | Hípica_Saltos | Mixta | Individual |
Eliminado en 1.ª ronda
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1976 Montreal (Canadá) | Hípica_Saltos | Mixta | Equipo |
Puesto 6
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Biografía de Alfonso Segovia Segovia
Alfonso Segovia es el jinete andaluz de saltos más laureado en los Juegos Olímpicos gracias a una cosecha de tres diplomas en dos Olimpiadas, si bien su palmarés en el magno acontecimiento podría haber sido más abultado de no haber mediado las circunstancias que relatamos en esta síntesis y que impidieron su concurrencia en otras dos citas olímpicas.
Hijo de Alfonso Segovia Mora-Figueroa, duque de Alburquerque, y Consuelo Segovia Alonso-Pesquera, nació el 6 de julio de 1945 en Jerez de la Frontera (Cádiz), siendo el segundo de cinco hermanos: Fabiola fue la primogénita y, tras Alfonso, llegaron Jaime, Víctor y Borja. Creció en un entorno cercano al campo, aunque sin relación alguna con los caballos, ya que no existía tradición familiar en este terreno, aunque sí afición al deporte, no en vano su padre era un buen tirador y su madre practicaba vela y esquí.
Todo ello cambió cuando en 1956 la familia instaló su residencia en Madrid, por motivos laborales del cabeza de familia, y nuestro protagonista se hizo socio del Club de Campo, donde con 14 años y sin haber montado nunca a caballo se inició en las actividades ecuestres. Una edad realmente tardía para un jinete, circunstancia que, sin embargo, supo paliar con su entusiasmo y entrega y los acertados consejos del entrenador Antonio Álvarez, quien ya había conducido con éxito la carrera de varios jinetes madrileños.
En aquellos comienzos, la práctica se limitó a unos días por semana en el picadero, pero con el paso del tiempo y la adquisición de más habilidades el juego se fue fusionando con el entrenamiento y este, a su vez, desembocó en el deseo de medirse en competición, cosa que sucedió en 1961 en Aranjuez en una prueba menor que se adjudicó y que conserva como el mejor de sus recuerdos.
A partir de este debut, el espigado jinete –181 cm de estatura y 78 kilos de peso– fue creciendo en el seno del Club del Campo y de los clubes de Villafranca y Puerta de Hierro, de los que también se hizo socio, y tomando peso y protagonismo en la escena estatal de los saltos –“jumping”, como gustaba calificar la prensa de la época–, debiendo destacar la estimulante ayuda técnica que recibió del gran jinete brasileño Nelson Pessoa, ya instalado en Europa en los años 60.
En tales circunstancias, su primera temporada significativa fue la de 1969, cuando, con 24 años, fue incluido en el equipo nacional de saltos, debutó en el Concurso Hípico Internacional Oficial (CHIO) de Barcelona –a lomos de Roquelo y la yegua Ouvreuse– y, además, el 9 de noviembre subió al podio del Campeonato de España absoluto, en la Real Sociedad Hípica Española del Club de Campo de Madrid, para recoger la medalla de bronce –compitió con Roquelo–, por detrás de Luis Jaime de Carvajal y Salas, duque de Aveyro (oro), y Enrique Martínez de Vallejo (plata).
A esta primera presea nacional le sucedieron dos magníficos títulos en los certámenes de 1970 en Valencia, sobre Albaicín, y 1971 en Madrid, a lomos de Tic-tac. Dos medallas de oro que dispararon la cotización de nuestro biografiado y le hicieron ganar peso específico en el seno del equipo nacional que dirigía el seleccionador Paco Goyoaga, justo cuando se encaraba el trascendental año olímpico de 1972.
Dicha temporada no pudo comenzar mejor para el jerezano, jinete templado y disciplinado que en el Concurso de Saltos Internacional Oficial (CSIO) de Ciudad de México, en febrero, se impuso en el gran premio individual y fue 2.º en la Copa de las Naciones, junto a Jaime de Carvajal y los locales Pérez de las Heras y Baz. Estas y otras actuaciones con el conjunto español motivaron que Alfonso Segovia estuviese en el “cuatro” designado para competir en las Olimpiadas de Múnich 1972, al lado de Enrique Martínez de Vallejo, Luis Álvarez Cervera y Luis Jaime de Carvajal.
Aquella primera entrada en una Villa Olímpica y la ceremonia de inauguración, calificados por el protagonista como “la más maravillosa experiencia” de su vida deportiva, estuvieron secundadas por una notable actuación en la competición, la cual abrió el 3 de septiembre en el Estadio Olímpico muniqués con la prueba individual, al término de cuyas dos mangas obtuvo la 8.ª posición –diploma– entre 56 binomios participantes merced a sus 16 faltas a lomos de Tic-tac, a ocho del campeón, el italiano Graziano Mancinelli.
Posteriormente y tras el trágico atentado de Septiembre Negro, el gaditano contribuyó decisivamente al diploma logrado por el equipo español el día 11, con un penalización personal de 19 en los dos recorridos, idéntica a la de Martínez de Vallejo, en tanto que Álvarez Cervera sumó 28 y Carvajal 115,25, siendo esta la nota descartada. España (6.ª entre 17 naciones) sumó 66 faltas, por las 32 de Alemania Federal, medalla de oro.
Después de la vivencia olímpica y en el siguiente ciclo, Alfonso Segovia se hizo un habitual en concursos internacionales de Inglaterra, Francia, Alemania y Holanda, y un fijo en el equipo nacional, con el que participó en el Campeonato de Europa de saltos de 1975 en Múnich. En España, brilló con luz propia en el principal acontecimiento hípico del país, el CSIO de Barcelona, en cuyas ediciones de 1973 y 1974 consiguió, respectivamente, la victoria –primera y única en la Ciudad Condal– y el segundo puesto por detrás del alemán federal Hans-Günther Winkler, en ambas ocasiones sobre Tic-tac, cuyos años de excelente servicio estaban llegando a su fin.
Por tal motivo, Alfonso acudió a los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 con la asignación de otro experimentado caballo, Val de Loire, que ya había competido cuatro años antes y con el que el jerezano se terminó de familiarizar en la agenda preparatoria que el conjunto nacional siguió antes de viajar a Canadá, con comparecencias a los concursos de Sevilla, Pau, Roma, Madrid, Aquisgrán y Barcelona.
A lomos de este animal, Segovia empezó la competición olímpica el 27 de julio en el Centro Ecuestre de Bromont con el revés de quedar eliminado en la 1.ª ronda de la prueba individual. Afortunadamente, el magnífico equino se recuperó para la competición colectiva del 1 de agosto y el andaluz pudo mostrar su verdadero nivel volviendo a obtener un diploma. Segovia sumó 23 faltas por las 16 de Luis Álvarez Cervera, las 36 de José María Rosillo Torres y las 39 de Eduardo Amorós Lluch (descarte), que llevaron a España a la 6.ª plaza con 71 puntos, por los 31 de la campeona, Francia.
Al regreso de Montreal, nuestro biografiado dio los primeros pasos de la que debería haber sido su tercera concurrencia olímpica y lo hizo con un nuevo caballo, Agamenón, con el que en los meses de noviembre y diciembre de 1976 se aupó al 2.º puesto en el Campeonato de España, en Madrid, solo por detrás de Álvarez Cervera, y al 3.º en una prueba del CHIO de París, respectivamente.
Con Agamenón llevaría a cabo sus mejores actuaciones en el nuevo ciclo olímpico, aunque también montó a otros resolutivos ejemplares, como fueron White Oak y Akrobat. Con cada uno de ellos y por este orden encadenó tres triunfos en el Campeonato de España, esto es, en 1977, 1978 y 1979, todos en Madrid, logro –tres títulos consecutivos– que a posteriori solo el sevillano Ricardo Jurado ha logrado igualar.
En el contexto internacional, destacó –siempre con Agamenón– con clasificaciones como la 4.ª posición en la Copa de las Naciones del CSIO de Ginebra 1977, el triunfo en una prueba del CSI de Mobling (Alemania) 1977, el 2.º puesto en el Premio Amberes del CSIO de Bruselas 1978, la comparecencia al Campeonato de Europa de saltos de 1979 en Róterdam, la 7.ª plaza en el Gran Premio de Bruselas 1979 y, fundamentalmente, la doble medalla de bronce en los Juegos Mediterráneos de Split 1979, en la prueba individual –llegó a la final sin derribo y cedió ante el francés Eric Leroyer, campeón, y el italiano Emilio Puricelli– y en la prueba por equipos –tras Francia e Italia– en compañía de Álvarez Cervera, Carvajal y Juan Antonio de Wit.
En excelente forma en la recta final de la preparación para los Juegos Olímpicos de Moscú, como atestiguan sus resultados en la primera parte de la temporada de 1980 en el CSIO de Roma (2.º en la Copa de las Naciones, con Akrobat) y el CSI de Barcelona (triunfos en la Copa del Reina, con Agamenón, y Copa Coronel Clavero, con Akrobat), Alfonso Segovia, al igual que sus compañeros del equipo nacional, se vio sorprendido por la noticia de la no participación de España en las pruebas hípicas de las Olimpiadas moscovitas. La renuncia de todas las naciones significativas en este deporte, por boicot político, condujo a la Federación Hípica Española a tomar la misma decisión, pese a que el Comité Olímpico Español sí presentó equipo en otras disciplinas.
Una de las principales consecuencias del boicot hípico fue que el CHIO de Róterdam (Holanda) previsto del 13 al 17 de agosto, inmediatamente después de los Juegos, recibiese la participación de los mejores equipos del mundo en su mejor estado de forma, convirtiéndose de la noche a la mañana en el mejor evento del año, motivo por el que muchos consideran a este concurso como las “Olimpiadas hípicas de 1980”. También estuvo España, no como equipo y sí en las pruebas individuales con De Wit y Segovia, quien, con Akrobat, se hizo con la 10.ª posición en dos pruebas. Más tarde, para cerrar el convulso año, el jerezano se clasificó 6.º en el Gran Premio de Bruselas.
De cara el nuevo período olímpico, el equipo español comenzó compuesto por Álvarez Cervera, Alejandro Zambrano, Juan Antonio De Wit y Alfonso Segovia. El andaluz siguió manteniendo su nivel en los distintos concursos en los que tomó parte, aún con el veterano y fiable Agamenón, siendo a sus lomos subcampeón de España en 1982 (tras Álvarez Cervera), 6.º en el CSI de Burdeos 1981, 5.º en el Gran Premio de Barcelona 1983 y 6.º en el CSIO de París 1983.
Paralelamente, fue adquiriendo mayor afinidad con un nuevo caballo, Feiner Kerl, que llegó a sus manos precedido de muy buena prensa. Sobre el equino alemán, fue 2.º en la Copa de las Naciones del CSIO de Barcelona 1983, 5.º en el CSI de Dinard 1983, ganador del Gran Premio (CSI) de Jerez en 1983 y 1984, 7.º individual y medalla de oro por equipos –junto a Rutherford Latham, Alberto Honrubia y Luis Álvarez Cervera– en los Juegos Mediterráneos de Casablanca 1983 y 2.º tanto en el Gran Premio de Barcelona como en la Copa de las Naciones del CSIO de Barcelona 1984.
Todas ellas excelentes prestaciones en la alta competición que en el momento clave quedaron “obsoletas” por un bajón físico de última hora del caballo que impidió que Alfonso Segovia viajase a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 y quedase en España como reserva, ocupando su titularidad el joven sevillano Luis Astolfi por decisión del seleccionador, José Álvarez de Bohórquez.
Luego de este revés, Alfonso fue alejándose paulatinamente del equipo nacional y de las grandes competiciones para restringir sus apariciones a concursos nacionales y de forma esporádica, con una primera gran ausencia de julio de 1985 a julio de 1986 y una retirada efectiva como jinete en 1990 con el ocaso de Feiner Kerl. Ello no implicó su alejamiento del mundo de la hípica, pues siguió siendo una persona reconocida y respetada en el mundo de los saltos, cuya experiencia fue reclamada para llevar la jefatura del equipo nacional de saltos en distintas competiciones y ser miembro de la comisión de saltos de la Real Federación Hípica Española.
Fuera de las pistas deportivas, Alfonso Segovia ha dedicado su vida profesional a la dirección de una empresa constructora y la gestión de los valores bursátiles de la familia. Casado con María Dolores Utrera Patuel –contrajeron matrimonio el 8 de marzo de 1974 en Madrid– y padre de un hijo, de su mismo nombre, actualmente continúa residiendo en la capital de España.
Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 24 de noviembre de 2020