Enrique Castelló Chiclana

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Enrique Castelló Chiclana
Sevilla

Enrique Castelló Chiclana

13.02.1938

Sevilla

1
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1960 Roma (Italia)RemoMasculinaDos con timonel
Eliminado en la repesca


Biografía de Enrique Castelló Chiclana

Castelló formó con José Antonio Sahuquillo y Joaquín Real, de timonel, la primera tripulación andaluza de remo en participar en unos Juegos Olímpicos –Roma 1960–, una gesta que hay que dimensionar en la medida de las dificultades reales que en la época suponía la clasificación para los Juegos para unos remeros no catalanes o vascos.

Nació el 13 de febrero de 1938 en Sevilla, en la popular calle Sierpes, y se formó académicamente en el Colegio de los Hermanos Maristas de la calle Jesús del Gran Poder, que como la mayoría de los colegios de aquellos años presentaba poco ambiente deportivo. Sería con la entrada en la Escuela Profesional de Comercio cuando, gracias a las clases de gimnasia del profesor Antonio Boza, empezó una consistente práctica polideportiva en baloncesto, fútbol, balonmano y atletismo, llegando a competir en estas dos últimas modalidades en la selección universitaria sevillana de balonmano dentro de las competiciones del Sindicato Español Universitario, por un lado, y en las pistas del Estadio de la Macarena, bajo la dirección técnica de Vicente Flores Luque, por otro.

Pese a todo, fue el río Guadalquivir el espacio que desde joven motivó a nuestro protagonista, junto a su inseparable amigo Sahuquillo. Así, en compañía de este, en 1954 se hizo socio del incipiente Club Náutico de Sevilla –cumplía dos años desde la constitución–, sin más intención que poder disfrutar de los deportes ribereños que se practicaban en la entidad, motivo por el que en 1956, cuando el Náutico pasó del Barranco al Muelle de la Paja, causó baja de este para entrar en el Club Náutico Frente de Juventudes, más tarde Nao Victoria.

En esta estructura, de la mano del entrenador Navarro, ingresó en el equipo de piragüistas que proyectaba realizar el primer Descenso del Guadalquivir desde Cazorla a Sanlúcar de Barrameda por etapas. No obstante, su alistamiento en la aventura duraría poco debido a un desencuentro con el técnico. Enrique era propietario de una piragua y Navarro le exigió su cesión para el evento; al negarse nuestro sevillano, el entrenador lo apartó del equipo del cual formaba parte, cómo no, Sahuquillo, y Castelló decidió marcharse del club y volver al Náutico Sevilla.

En su segunda etapa en este club, encontró esta vez el estímulo que le produjo que Miguel López Torrontegui, denominado cariñosamente el Jefe, le propusiese formar parte del equipo de remo a las puertas de dos importantes acontecimientos, no sin antes haber meditado con profusión si decidirse por la piragua o el bote de remo. Finalmente, terminó abonando las 25 pesetas de la cuota de socio y las 10 pesetas como deportista de la sección… de remo, poniéndose a las órdenes del entrenador Paco Lara y el capitán Torrontegui.

Los citados dos acontecimientos no eran otros que el Campeonato de España de Yolas de 1956 y el Campeonato de España de Remo Olímpico de 1957, que se celebraban por primera vez en Sevilla y con la organización del Náutico. En ambas competiciones, Castelló participó brillando con luz propia en el segundo de ellos pues, junto a Sahuquillo –había regresado al Náutico– y el timonel Luis de la Torre, se alzó con la medalla de oro en dos con timonel (2+) imponiéndose a las tripulaciones del Club de Remo de Tortosa, Grupo Excursionista de Gerona y Ur Kirolak de San Sebastián, ante la sorpresa general.

El título nacional otorgaba, además, el derecho a participar en el Campeonato de Europa de ese mismo año –por entonces el Europeo, al no existir aún el Campeonato del Mundo, tenía el rango de este– en la ciudad alemana de Duisburgo, del 1 al 6 de agosto. Sin embargo, los seleccionadores nacionales, el vasco Erdocia y el catalán Fonquerni, debido a la desconfianza, la presión, las alegaciones del equipo de Ur Kirolak y la juventud del bote hispalense, decidieron que, para probar “la valía de estos sevillanos”, se repitiera la regata en la Ría de Orio (Guipúzcoa). Dicha regata la volvieron a ganar los andaluces y, por tanto, se ganaron, por segunda vez, su clasificación para el campeonato universal.

En 1958, la misma tripulación confirmó su supremacía nacional en 2+ ganando de nuevo el Campeonato de España, en Bañolas (Gerona), y el Trofeo Molfort’s –una especie de Copa de Campeones para el bote que mejorase en su prueba los registros de los campeones olímpicos de 1956– y a buen seguro que en 1959 hubieran repetido la gesta, pero tanto Enrique como Sahuquillo debieron tomarse un año sabático desde el punto de vista competitivo para cumplir la milicia, correspondiendo en el caso de Castelló el destino de Montejaque, al lado de Ronda (Málaga).

Cumplida una parte de sus obligaciones militares, nuestro biografiado retornó en 1960 a los entrenamientos con el objetivo de estar en los Juegos Olímpicos y lo hizo formando tripleta con Sahuquillo y con un nuevo compañero al timón, Joaquín Real. Joaquín, quien ya había representado al Náutico en el Nacional de 1959 dentro del dos con timonel suplente –medalla de bronce– suplía a Luis de la Torre, que había crecido lo suficiente como para no poder cumplir ya con la función de timonel.

La nueva tripulación, para estar en Roma 1960, había de ganar el Campeonato de España y el nuevo trinomio cumplió las perspectivas alzándose en Bañolas con la medalla de oro, por delante de los donostiarras y el equipo local. Con el objetivo cumplido, con vistas a la participación en el magno evento olímpico, los tres sevillanos se concentraron desde finales del mes de julio a las órdenes del seleccionador Fonquerni hasta que el 31 de agosto les llegó el momento de debutar en la sede olímpica del Lago Albano. Castelló, Sahuquillo y Real encontraron un sistema de competición duro, pues clasificaban para la final –no había semifinales– los primeros de cada una de las tres series de la primera ronda y de las tres series de repesca.

Imposible para aquellos jóvenes andaluces, quienes en el debut fueron 5.º en la segunda regata, con un tiempo de 8:06.44, a 23 segundos de la vencedora, Rumanía, y al día siguiente concluyeron su participación al acabar en 4.ª posición de la primera repesca (8:04.63), a 25 segundos del bote estadounidense (1.º) y solo por delante de Bélgica, última. Sin finales B y C, sin posibilidad de otorgar una clasificación oficial, los tiempos de repesca les conducirían a un oficioso 17.º lugar entre 18 botes participantes.

A su regreso a Sevilla, Castelló y Sahuquillo participaron en la primera edición de la Regata Sevilla-Betis –una idea de Enrique que encontró el adecuado eco en Torrontegui– y fueron nombrados mejores deportistas de la ciudad de Sevilla por el Ayuntamiento hispalense, habiendo destacado en ellos este hecho por ser la primera vez que esta elección se llevaba a cabo.

Muy posiblemente sin pensar en repetir la participación olímpica, el remero de la calle Sierpes continuó activo tanto en la temporada de 1961, compatibilizando entrenamiento, milicia –el permiso por ser olímpico postergó el final del servicio militar a este año– y estudios de profesor mercantil, como en la campaña de 1962. En ambas, terminó de redondear su palmarés en el Campeonato de España con dos nuevas medallas en 2+: plata en 1961, junto a Sahuquillo y Real, y bronce en 1962, con Sahuquillo y Francisco José Mingo (timonel). Dos nuevos metales que bien pudieron ser tres pues en 1961 ganó el título en cuatro con timonel en compañía de Sahuquillo, Rafael Maña, Pepe Lora y Mingo, aunque más tarde fueron descalificados absurdamente por la participación de los dos olímpicos.

Al final de esa temporada, a los 24 años de edad y en plena madurez deportiva y cargado de experiencias competitivas, el admirado y reconocido remero se retiró del alto nivel competitivo, después de haber entregado horas, días y meses a los entrenamientos y las competiciones, para dar paso a una vida profesional, como diplomado en Empresariales, en el Banco de Andalucía, donde se jubiló.

Sin embargo, su pasión por el remo siempre latió con fuerza y Enrique siguió estando presente de una forma u otra en el panorama local, manteniendo el nivel necesario para participar a partir de 1988 en la Sevilla-Betis para veteranos, defendiendo los colores verdiblancos. O en las pruebas oficiosas de dicha categoría en el Campeonato del Mundo de 1999, en Sevilla. O promoviendo la puesta en marcha de un club de remo para veteranos, junto a Sahuquillo, Manolo Llinares y otros. La misma pasión que el 10 de marzo de 2009 se lo llevó para siempre al sufrir un infarto mientras entrenaba en “su” Guadalquivir.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 7 de diciembre de 2020