Curro
Jiménez-Alfaro
Francisco Jiménez-Alfaro y Alaminos
17.12.1893
Las Palmas de Gran Canaria
Juegos Olímpicos | Deporte | Categoría | Prueba | Resultado |
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1928 Ámsterdam (Holanda) | Hípica_Completo | Masculina | Individual |
Abandonó
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1928 Ámsterdam (Holanda) | Hípica_Completo | Masculina | Equipos |
Abandonó
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Biografía de Francisco Jiménez-Alfaro y Alaminos
El primer olímpico andaluz del deporte de la hípica nació circunstancialmente el 18 de diciembre de 1893 en la entonces denominada provincia de las Islas Canarias, concretamente en su capital, Las Palmas de Gran Canaria, si bien sus orígenes eran andaluces por los cuatro costados, toda vez que fue el hijo primogénito del gaditano Francisco Jiménez-Alfaro y Topete, nacido en Villamartín, y la cordobesa Manuela Alaminos y Recio-Chacón, natural de Lucena.
El matrimonio residía en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda debido al destino laboral del esposo, teniente primero de la Guardia Civil y comandante de la guarnición del Regimiento Extremadura en el pueblo sanluqueño. Llegado el momento del parto, la madre de nuestro protagonista quiso dar a luz junto a sus progenitores, que se encontraban en Las Palmas –su padre, el general Alaminos, era gobernador general de las Canarias–, motivo por el que tomó un barco hasta las islas. Desconocemos si el alumbramiento tuvo lugar en el barco o ya en tierra, aunque sí consta la circunstancia de que Manuela Alaminos salió del paquebote en camilla y que nuestro biografiado fue bautizado e inscrito en el registro civil de Las Palmas.
Posteriormente, madre e hijo regresaron a Sanlúcar, donde transcurriría la infancia de Francisco Jiménez-Alfaro al lado de sus padres, viviendo y creciendo en la casa cuartel, al principio solo y luego con la compañía de los tres hermanos que nacieron en los siguientes años: José, Manuel y Antonio. Reseñar como nota curiosa que los tres alcanzarían a lo largo de su vida el grado de general del ejército y que Manuel sería un importante empresario, fundador de FASA Renault.
La familia Jiménez-Alfaro y Alaminos vivió en el pueblo de Sanlúcar de Barrameda hasta que en 1902 se trasladó a Sevilla a raíz de un hecho luctuoso que conmocionó al pequeño Francisco, como fue el asesinato de su padre a manos de un subalterno, por disparo de rifle. El suceso acaeció en la misma casa cuartel situada en la calle Luis de Eguilaz, el 18 de septiembre de 1902. La esposa y los cuatro hijos rodearon al teniente en sus últimos segundos de vida.
Ya en Sevilla, en 1908, la viuda solicitó el ingreso de los cuatro hijos en la Academia Militar. Aceptada la petición, Francisco ingresó en el Ejército el 31 de agosto de ese año, con 14 años, en el arma de Caballería, momento y hecho que determinaría su vida profesional y que también originaría su faceta deportiva, debido al contacto permanente que desde ese momento tendría con los caballos y el adiestramiento que, por su ejercicio militar, recibió en este campo.
En 1911, alcanzado el grado de teniente segundo, nuestro protagonista fue destinado al Regimiento de Cazadores de Tetuán, en Reus (Barcelona), donde llevó a cabo un año de prácticas en el 2.º Depósito de Caballos Sementales. Ya en septiembre de 1912 fue trasladado al Regimiento de Lanceros de Sagunto n.º 8, en Córdoba, ciudad en la que residiría durante varios años a excepción de dos estancias coyunturales en Madrid para la realización de los cursos abreviado y completo en la Escuela de Equitación Militar–en 1918 recibió la cruz blanca del Mérito militar por la terminación del curso con nota media superior a diez– y la participación en la Guerra de África, en la que combatió una vez logrado el 13 de julio de 1913 el grado de teniente de Caballería y destinado a los Cazadores de Alcántara –fue condecorado con la medalla roja al Mérito Militar por la participación en la contienda.
Siguiendo la sucesión de acontecimientos de índole personal y profesional, en 1915 fue nombrado primer teniente y en 1919 capitán de Caballería, con destino en el Regimiento de Cazadores de Tetuán. Tras dos años en el norte de África, en 1921 retornó definitivamente a Córdoba con plaza de nuevo en los Lanceros de Sagunto n.º 8, regimiento en el que permaneció hasta su disolución con la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931.
El 8 de mayo de 1935, tras 16 años de capitán, fue ascendido a comandante de Caballería y destinado como agregado al Regimiento de Cazadores n.º 8. Por entonces, ya había contraído matrimonio (1933) con la montillana Magdalena Salas y García de Zúñiga, con la que tendría dos hijos, José Carlos, nacido en 1934, y María del Carmen, en 1935. Asimismo, a raíz del enlace, Francisco y su esposa fijaron su residencia en la finca La Retamosa, en Montilla, propiedad del padre de ella y en la que la pareja viviría hasta el final de sus vidas.
En 1936, estalló la Guerra Civil y Francisco, junto a muchos otros militares, luego de ser expulsados del Ejército en 1937, participó en el conflicto en el bando nacional –recibió en 1946 la medalla blanca al Mérito Militar. Tras la guerra, en 1940 fue ascendido a teniente coronel y nombrado jefe del Depósito de Sementales de Córdoba. En 1945, tomó el mando del Regimiento de Cazadores de Villaviciosa n.º 14, lo que le llevó a residir provisionalmente de junio de 1945 a febrero de 1948 en Melilla, donde estaba guarnicionado. Tras este destino, volvió a Montilla y recibió la jefatura del Depósito de Recría y Doma de Écija, que ostentó hasta su retiro en 1955 con el grado de coronel de Caballería.
En 1962 fue nombrado IX marqués de Alhendín de la Vega por muerte, sin sucesión, del anterior titular, familiar en la línea materna. Definitivamente, el 6 de mayo de 1973, a los 79 años de edad, falleció en la finca de La Retamosa, en Montilla.
En el aspecto deportivo, Francisco “Curro” Jiménez-Alfaro empezó a competir en 1915, cuando con 22 años y recién ascendido a teniente primero, se prodigó en concursos hípicos de Jerez de la Frontera, Sevilla, Madrid y San Sebastián. Polifacético del mundo ecuestre, pues lo mismo saltaba, que domaba o corría, en 1918 destacó en las carreras del hipódromo de San Sebastián y 1919 en concursos de Córdoba. Posteriormente, se le conocen participaciones relevantes en carreras en Madrid y Aranjuez (1922).
Sus cualidades de jinete completo le llevaron a partir de 1923 a frecuentar concursos de completo, comenzando en 1923 por el Campeonato de Caballos de Armas, en Madrid, donde con el media sangre francés Quart d’heure consiguió la máxima puntuación en cuatro de las cinco pruebas, si bien en la quinta y última, el recorrido de campo, tuvo el infortunio de extraviarse y perder toda opción al triunfo. No obstante, el disgusto de 1923 fue ampliamente endulzado en 1924 y 1927 cuando con el mismo caballo se impuso en este torneo nacional que, debido a que el deporte de la hípica se centraba en el ámbito militar, tendría la consideración de un Campeonato de España.
Y todo ello sin dejar de lado la predilección de nuestro protagonista por la velocidad, que dejó traslucir con sendos triunfos en las Carreras de Sanlúcar de Barrameda durante sus estancias vacacionales de 1925 y 1926.
Convertido en un jinete de primera línea nacional, en 1928 fue incluido en el equipo olímpico ecuestre que representó a España –al Ejército español– en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam. Reproduciendo la circular del Diario Oficial del Ministerio de la Guerra: “Este equipo lo integran el teniente coronel D. Bianor Sánchez Mesa y los capitanes D. Emilio López de Letona, D. José Álvarez Bohorques, marqués de los Trujillos; D. José Cabanillas Prosper, D. José Navarro Morenés, D. Julio García Fernández, D. Francisco Jiménez-Alfaro Alaminos y D. Ángel Somalo Paricio. Llevarán ocho caballos”. Sobre esta relación, indicar que los dos primeros militares en ser nombrados actuaron como jefes de la expedición, habiendo por tanto seis competidores: José Álvarez, José Navarro y Julio García conformaron el equipo de saltos y el valenciano José María Cabanillas –a lomos de Barrabás–, el guadalajareño Antonio Somalo –con Royal– y el andaluz Jiménez-Alfaro –con Quart d’heure–, el de concurso completo.
Mientras que en saltos el equipo español logró una extraordinaria e irrepetible medalla de oro olímpica –con cierta solera andaluza pues José Álvarez era hijo del olímpico jerezano Mauricio Álvarez de las Asturias–, la tripleta de completo fue víctima de la dureza de la prueba, no en vano solo terminaron 28 de los 46 binomios participantes y únicamente 3 de las 14 naciones en liza obtuvieron clasificación por equipos al terminar todos sus componentes.
La competición de concurso completo de Ámsterdam 1928 se desarrolló entre el 8 y el 11 de agosto en las sedes de Hilversum –bosque de Maartensdijk y parque de deportes– y el Estadio Olímpico de Ámsterdam, y tuvo al país anfitrión como gran dominador al copar tres de las cuatro primeras plazas individuales –venció Charles Pahud de Mortanges, con Marcroix– y ganar la prueba por equipos. De los españoles, solo Cabanillas (24.º) concluyó los tres días de evento, en tanto que Somalo y nuestro andaluz se vieron obligados a retirarse.
Luego de los Juegos, Curro Jiménez-Alfaro continuó siendo un gran apasionado de los caballos, tanto en el desempeño militar como en el ámbito competitivo, en el cual mantuvo un buen nivel en las disciplinas de completo y doma y diversificó sus actividades incorporándose al polo, deporte que practicó con profusión y en el que ostentó el cargo de delegado del Comité Nacional de Polo Militar.
Sin embargo, pese a mantenerse en la élite nacional, el cordobés, que por edad y calidad podría haber aspirado a estar en unos segundos Juegos Olímpicos, nunca volvió a la máxima expresión deportiva por circunstancias ajenas, ya que la representación española en Los Ángeles 1932 se circunscribió a seis deportistas de vela y tiro, y en Berlín 1936, en plena Guerra Civil, no hubo presencia española.
Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 24 de noviembre de 2020