Leopoldo Sáinz de la Maza y Gutiérrez-Solana

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Leopoldo Sáinz de la Maza y Gutiérrez-Solana

Leopoldo Sáinz de la Maza y Gutiérrez-Solana

23.12.1879

Utrera (Sevilla)

2
Juegos OlímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
1920 Amberes (Bélgica)PoloMasculinaPolo
Medalla de plata
1924 París (Francia)PoloMasculinaPolo
Puesto 4


Biografía de Leopoldo Sáinz de la Maza y Gutiérrez-Solana

Aristócrata, ganadero, militar, político y hombre de la Corte, la extraordinaria y unívoca relevancia del primer conde de la Maza a efectos de esta obra viene dada por el hecho de que en su persona suma a las facetas antes enumeradas la de ser el primer medallista olímpico del deporte andaluz.

Perteneciente a una familia de raíces santanderinas y fortuna construida en Latinoamérica, concretamente en México, nuestro protagonista nació el 23 de diciembre de 1879 en la localidad sevillana de Utrera, como su padre, Gregorio Sáinz de la Maza y Gómez de la Puente. Hijo único del matrimonio formado por este insigne utrerano y Carmen Gutiérrez Solana, indiana –nació en Nueva Orleans– y también de linaje montañés, Leopoldo Sáinz de la Maza fue un hombre de constante ajetreo viajero durante toda su vida, debido a sus múltiples ocupaciones y compromisos. Así, como hombre de negocios estuvo por toda Sudamérica y recorrió todo el territorio español para el cuidado de las propiedades familiares, aunque fundamentalmente residió en Madrid, en un inmueble situado en La Castellana, y ya en sus últimos años en el cortijo Arenales de Morón de la Frontera (Sevilla), donde hoy día su nieto y heredero del título condal prosigue con la tradición familiar de cría de reses bravas, las del hierro del Conde de la Maza.

Como militar, el sevillano se alistó de voluntario a raíz del Desastre del Barranco del Lobo, acción bélica ocurrida el 27 de julio de 1909 y que supuso el inicio de la llamada Guerra de Melilla, conflicto que enfrentó a España contra las cabilas del Rif y que concluyó a finales de diciembre con la pacificación de la zona. Alistado en la unidad de Caballería de las Fuerzas Regulares, Leopoldo pisó territorio africano como integrante del contingente español enviado para combatir contra los insurgentes y en los meses que allí permaneció fue condecorado con varias cruces rojas por méritos de guerra y, ya como oficial, con las cruces de primera clase de María Cristina y del Mérito Militar. Terminó la guerra combatiendo a las órdenes del general Berenguer y con el rango de capitán.

En reconocimiento a su sentido patriótico y conducta militar, el 27 de enero de 1910 el rey Alfonso XIII promulgó un real decreto por el que le fue otorgado el título nobiliario de conde de la Maza, que ostentó hasta su fallecimiento.

Tras la campaña africana, nuestro protagonista emprendió la carrera política, aunque sin abandonar el ejército, donde integró el regimiento de Caballería de Húsares de la Princesa y se licenció tras la Guerra Civil con el grado de coronel de Regulares. Asimismo, fue caballero de la Orden Militar de Calatrava y de Jerusalén y caballero de la Legión de Honor y recibió la Medalla Militar Italiana.

En la vertiente política, como miembro del Partido Liberal-Conservador y, más adelante, militante maurista, fue elegido diputado a Cortes en tres elecciones generales: las de 8 de mayo de 1910, 24 de febrero de 1918 y 1 de junio de 1919. En las primeras (las 46.ª en el orden histórico), se presentó por el distrito de Utrera y, una vez jurado el cargo el 30 de junio de 1910, cubrió las legislaturas 1910-1911 y 1911-1913. En los otros dos comicios (49.º y 50.º) fue elegido por el distrito de Cáceres, siendo diputado en las legislaturas 1918-1919 y 1919-1920, respectivamente. Posteriormente, fue senador por Cáceres en dos legislaturas, 1921-1922 y 1922. No existe constancia en el registro histórico del Congreso de que fuese diputado por Salamanca, como contienen algunas sinopsis biográficas.

Gran amigo del rey Alfonso XIII –fue mayordomo de semana y gentil hombre de cámara–, Leopoldo Sáinz de la Maza compartió con este una gran afición al polo. Fue el deporte en el que más destacó, pero su calidad atlética también se destapó en disciplinas tan dispares como la equitación, la caza, el tenis, el esquí, el toreo y el acoso y derribo, las cuales le confirieron el rango honorífico de sportsman de la época.

Profesaba devoción por los caballos, los conocía en profundidad y, como recordaba una de sus hijas, “montaba como los ángeles, era un dotado para el deporte”. Este dominio de la monta le posibilitó destacar en una disciplina compleja y técnica como el polo en la que, siempre desde el amateurismo, compitió principalmente en su club, el Real Club de la Puerta de Hierro de Madrid, a raíz de la inauguración en 1915 de su campo de polo, por iniciativa de Alfonso XIII.

No obstante, el sevillano también jugó en todos los campos nacionales de aquella época, tales como el extinto Hipódromo de la Castellana, el posterior Hipódromo de la Zarzuela, en el Real Campo de Polo de la Granja de San Idelfonso (inaugurado en 1910), en San Sebastián o en el santanderino campo de la Magdalena (1915). Asimismo, actuó en campos franceses como los de Biarritz y Deauville y en otros europeos, allá donde hubiese actividad polista. De todas sus competencias, en torneos más o menos formales, hay que destacar las comparecencias que formalizó en el Hipódromo Wellington de Ostende (Bélgica), el Polo París y el club de campo de Saint-Cloud (Francia), escenarios de los Juegos Olímpicos de 1920 –el primero– y 1924 –los dos siguientes–, respectivamente.

Concurrencias ambas que fueron, sin duda, atípicas ya que fue el mismo club Puerta de Hierro el que, habida cuenta el nivel mostrado en sus encuentros propios de polo, promovió la formación de un equipo entre sus socios para asistir a las Olimpiadas bajo pabellón español, ante la ausencia de una federación estatal de polo –la Real Federación Española de Polo no se fundó hasta 1972.

Cabe recordar que España acudió por primera vez a los Juegos de forma oficial en 1920 –la participación en 1900, sin Comité Olímpico Español (COE), se produjo por iniciativas particulares–, presentando un equipo nacional de 58 deportistas cuya formación y participación no se decidió hasta el último momento, sufriendo además serios problemas de financiación ya que la subvención gubernamental de 125.000 pesetas otorgada a la delegación española nunca se supo si fue o no entregada en su totalidad, siendo Gonzalo de Figueroa y Torres, conde de Mejorada del Campo y marqués de Villamejor, primer presidente del COE, quien patrocinó, en buena medida, el viaje de los olímpicos españoles.

De todas formas, dicha subvención no atañó al equipo de polo ya que sus integrantes, todos aristócratas, se encontraban ya por el norte de Europa. Estos fueron Álvaro de Figueroa y Alonso-Martínez, marqués de Villabrágima; Hernando Fitz-James Stuart y Falcó, duque de Peñaranda de Duero; Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, duque de Alba de Tormes; José de Figueroa y Alonso-Martínez, quien fallecería tres meses más tarde combatiendo en Marruecos; y nuestro conde de la Maza.

El torneo olímpico de polo de los Juegos de Amberes 1920 solo reunió a cuatro conjuntos, España, Bélgica, Inglaterra y Estados Unidos, de modo que la competición para los nuestros se ciñó a dos partidos, la semifinal del 25 de julio, en la que se derrotó a los americanos (13-3), y la final del día 31 ante los británicos, con derrota exigua (11-13), lo que condujo a la consecución de la medalla de plata, a la sazón, la primera de la historia olímpica andaluza.

Los cuatro años que siguieron a las Olimpiadas de 1920 abundaron en la afición de Leopoldo Sáinz de la Maza al polo, de forma que cuando llegó una nueva cita olímpica, París 1924 –en la que el polo se despidió momentáneamente del programa olímpico–, y se volvió a plantear la participación española, el andaluz, dado su nivel competitivo, volvió a alcanzar de pleno derecho la condición de olímpico, siendo de nuevo el equipo del Puerta de Hierro el que representó a España. El conde de la Maza volvió a estar acompañado de Hernando Fitz-James Stuart y Álvaro de Figueroa, a los que se sumaron los debutantes Luis de Figueroa y Alonso-Martínez, conde de la Dehesa de Velayos; Rafael Fernández de Henestrosa y Salabert, duque de Santo Mauro; y el también andaluz Justo San Miguel, marqués de San Miguel.

En el torneo, con cinco formaciones en liza y disputado por el sistema de liga (todos contra todos), el conjunto español debutó el 1 de julio y perdió (2-15) frente a Estados Unidos y volvió a ser derrotado ante Argentina (2-16) –luego campeona– y Gran Bretaña (3-10), cerrando la competición el día 10 con triunfo (15-1) sobre Francia. Con tres derrotas y una victoria, España ocupó la 4.ª posición, lo que reportó una medalla de bronce al considerarse entonces con derecho a esa medalla el clasificado en dicho puesto, si bien esta presea no debe quedar reflejada en las estadísticas como tal –no figura en el medallero olímpico español– y sí como diploma a efectos estadísticos.

En París, como sucedió en 1920, nuestro biografiado volvió a jugar todos los partidos, siendo una de las piezas esenciales del conjunto nacional de polo, que ya no volvería a comparecer en unos Juegos Olímpicos.

Para concluir la biografía de este precursor del deporte andaluz, hay que indicar que Leopoldo Sáinz de la Maza se casó en 1920 con Cristina Falcó y Álvarez de Toledo, de cuyo matrimonio nacieron cuatro hijos: María Cristina, Silvia, Leopoldo y María del Carmen. El único varón, que vino al mundo en 1928, heredó de nuestro protagonista sus aficiones al caballo y al polo, así como el título nobiliario. Asimismo, fue el primer alcalde democrático de Morón de la Frontera.

En esta localidad de la Campiña sevillana y concretamente en el cortijo de Arenales, Leopoldo Sáinz de la Maza y Gutiérrez-Solana, primer conde de la Maza, murió el 6 de febrero de 1954 tras una larga enfermedad, aunque sus restos mortales se encuentran en la Sacramental Iglesia de San Isidro de Madrid.

Persona “querida por su caballerosidad y carácter afectuoso y simpático”, como definieron su persona las crónicas del día posterior a su fallecimiento, su recuerdo en el mundo del polo es imperecedero merced a los logros conseguidos y al importante torneo que lleva su nombre y que se disputa anualmente en el Santa María Polo Club de Sotogrande, en San Roque (Cádiz).

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 2 de diciembre de 2020