Manuel
Jiménez
Manuel Francisco Jiménez Taravilla
02.02.1940
Manzanares (Ciudad Real)
Juegos Olímpicos | Deporte | Categoría | Prueba | Resultado |
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1988 Seúl (Corea del Sur) | Tiro con arco | Masculina | Individual | Puesto 50 |
1988 Seúl (Corea del Sur) | Tiro con arco | Masculina | Equipo | Puesto 17 |
Biografía de Manuel Francisco Jiménez Taravilla
Nació el 2 de febrero de 1940 en la calle Virgen de Gracia de Manzanares (Ciudad Real), localidad en la que durante la infancia, junto a otros niños, aprendió a jugar al fútbol en la calle con unas piedras como portería y posiblemente una pelota hecha por ellos y también –y esto es significativo– a jugar al tiro con arco empleando arcos de caña o de varillas de paraguas que él mismo fabricaba, comenzando a mostrar sus habilidades para las manualidades. Sin embargo, aquel juego nunca llegaría a desarrollarse en la juventud ya que el poco tiempo libre que los estudios le dejaban a Manuel Jiménez lo empleó en otros deportes, como fueron el baloncesto y el atletismo, modalidad esta última en la que llegó a convertirse en un consumado lanzador de jabalina.
Sin embargo, la verdadera vocación de nuestro biografiado siempre fue la docencia. Así, cursó y terminó bachillerato en el Colegio Don Cristóbal en su pueblo natal y, posteriormente, estudió con éxito Magisterio en la Escuela Normal de Ciudad Real, costeándose la carrera mediante la impartición de clases particulares. Tras el año de milicia en Regulares en Alhucemas, en Melilla, logró aprobar en 1962 las oposiciones a maestro de enseñanza primaria, lo que le permitió ejercer en los siguientes años en localidades manchegas tales como Membrilla o Puertollano, siendo además una persona activa en el desarrollo social y cultural de las mismas y de su Manzanares natal.
Apasionado de las artes plásticas, el maquetismo y la pintura paisajística al óleo y a la acuarela –aficiones que ha desarrollado toda su vida–, cuando se halló asentado profesionalmente contrajo matrimonio con Quiteria Carmen Camacho en julio de 1964 en la Iglesia de la Asunción de su pueblo, fruto de cuyo enlace han nacido siete hijos: Francisco –el mayor–, Mª Carmen, José Ángel, Alejandro, Esther, Beatriz y David.
En estas circunstancias de consolidación personal y profesional, en 1970 sobrevino una importante novedad en la vida de nuestro protagonista como fue la adjudicación de la plaza de profesor fuera de su tierra castellana, concretamente en Jerez de la Frontera. Él no lo podía imaginar entonces, pero ya nunca se movería de la ciudad gaditana.
Efectuada la mudanza familiar, Manuel empezó a ejercer de maestro de Plástica y Pretecnología en el jerezano Colegio Público Alfonso X el Sabio, y continuó llenando su tiempo libre con las actividades que tanta satisfacción le proporcionaban, aunque con una importante novedad: el redescubrimiento del tiro con arco, que había permanecido aletargado desde la niñez.
Estando ya en Jerez adquirió su primer arco desmontable de madera de fresno y empezó a practicar por libre en lugares apartados de la serranía gaditana, por mero disfrute y recreación, si bien poco después, a raíz de asistir a una demostración de tiro con arco por discapacitados físicos en el hoy desaparecido Estadio Domecq de Jerez de la Frontera, se integró en el grupo de arqueros que efectuaron tal demostración para aprender y practicar con mayor rigor.
Ese primer paso vino sucedido por la afiliación al Club Arqueros Caja de Ahorros de Cádiz (CARCAJ) –primer y único club en su carrera deportiva– y a la Delegación Gaditana de Tiro con Arco. Asimismo, por primera vez, contó con un instructor, que no fue otro que el jerezano Juan Antonio Sánchez Medina, arquero parapléjico y campeón de Europa, y empezó a formarse asistiendo a cursos nacionales de entrenadores, con cuya titulación y conocimientos también inauguró la faceta de iniciar en el tiro con arco a otros deportistas jóvenes.
Plenamente integrado en el ambiente del tiro con arco en Cádiz, su vertiente competitiva iba a experimentar un salto cualitativo a partir de la celebración en 1986 del Campeonato de España al aire libre en Jerez de la Frontera, donde Manuel Francisco participó como organizador y como deportista. Ciertamente antes había competido en campeonatos locales, provinciales y territoriales, pero sería a raíz de estos nacionales cuando su instinto competitivo despertó con la vaga esperanza de, por qué no, estar en unos Juegos Olímpicos.
Desde ese momento, se centró en la prueba olímpica de arco recurvo al aire libre, sin olvidar las disciplinas de sala –medalla de bronce en el Campeonato de España de 1987, en Madrid– y campo –subcampeón nacional en 1987, en Sabadell–, con el objetivo de ser convocado a las concentraciones nacionales que se llevaban a cabo en Madrid para formar un equipo nacional competitivo, cosa que consiguió merced a sus puntuaciones en las tiradas del calendario español.
En Madrid, los entrenadores asturianos Tomás Cerra González y Alfonso Menéndez Feito terminaron de pulir y poner a punto la técnica del manchego-jerezano de tal suerte que Manuel Francisco, con sus 48 años, llegó a la temporada de 1988 en la mejor forma de su vida, por tanto, con opciones de clasificarse para los Juegos de Seúl. Integrante del equipo nacional que participó en los grandes premios de Lisboa (Portugal), París (Francia), Milán (Italia), Roma (Italia), Ámsterdam (Holanda) y Sofía (Bulgaria) –medalla de plata por equipos–, el andaluz certificó el pasaporte olímpico en el Campeonato de España celebrado en Zamora, al superar los 1.250 puntos en ronda FITA que había impuesto como condición la Real Federación Española de Tiro con Arco para estar en Seúl 1988.
A Corea del Sur viajó con Antonio Vázquez Megido y Juan Carlos Holgado Romero, luego campeones en Barcelona 1992 y con quienes había obtenido la medalla de plata en Bulgaria. Con 84 arqueros en liza en la prueba individual, el gaditano compitió el 27 de septiembre y sumó 1.215 puntos en la ronda de ranking, lo que le otorgó un 50.º puesto que resultaba insuficiente para promocionar a las eliminatorias de primera ronda –solo pasaban los 24 primeros. Manuel fue el segundo mejor de los españoles tras Vázquez.
Por equipos, la suma de los puntos individuales en la round ranking determinaba qué 16 países competían en la prueba conjunta. Los 3.664 puntos de los españoles concedieron la 17.º plaza (entre 22 naciones), por tanto, fuera de la mejora.
Tras los Juegos, Manuel Francisco continuó entrenando en su entorno de siempre –unos terrenos a la espalda del Estadio de Chapín de Jerez–, siguió formando parte del equipo nacional con la mente puesta en Barcelona 1992 y, fundamentalmente, disfrutando del tiro con arco. Este disfrute se hizo mayor cuando en 1989 su hijo Alejandro accedió también a la selección española y pudo compartir con él la participación en varios torneos internacionales, así como en el Campeonato de España llevado a cabo en Granada, en el que junto a él y al jerezano Manuel Benítez Barba se alzó con la Copa del Rey. También de esta campaña data la 6.ª posición por naciones en el Grand Prix de París.
El objetivo de Barcelona 1992 nunca se alcanzó y en 1995, con 55 años, nuestro biografiado se proclamó campeón de España veterano, logro que significó la despedida del tiro con arco activo al no apreciar a su alcance objetivos deportivos suficientemente atractivos.
Después de treinta años de ejercicio docente en el mismo colegio de Jerez de la Frontera llegó la merecida jubilación, tras la cual siguió disfrutando de la ciudad gaditana con su esposa, hijos y nietos, jugando al tenis y saliendo en bicicleta de vez en cuando y dedicando la mayor parte de su tiempo a la pintura y el modelismo hasta que el 27 de septiembre de 2017 falleció a los 77 años de edad. Sus restos mortales se hallan en el cementerio de su localidad natal, Manzanares.
Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 10 de diciembre de 2020