Belén
Pérez
María Belén Pérez Sánchez
05.01.1973
Granada
Juegos Paralímpicos | Deporte | Categoría | Prueba | Resultado |
---|---|---|---|---|
1992 Barcelona (España) | Ciclismo_Carretera | Mixta | Fondo en tándem | Medalla de oro |
1996 Atlanta (EE.UU.) | Ciclismo_Pista | Mixta | Persecución en tándem | Medalla de bronce |
1996 Atlanta (EE.UU.) | Ciclismo_Carretera | Mixta | Fondo en tándem | Medalla de plata |
Biografía de María Belén Pérez Sánchez
Cuando el 12 de septiembre de 1992 la ciclista Belén Pérez logró, con Ignacio Rodríguez al manillar, el triunfo en la prueba de tándem de los Juegos de Barcelona hacía seis días que la tiradora malagueña Paqui Bazalo llevaba al cuello la primera medalla de oro ganada por una andaluza en los Juegos Paralímpicos. Pese a no poseer tal carácter inicial, ahora conocido, el galardón conquistado por esta entonces jovencísima granadina no puede sino situarla entre los grandes nombres del deporte andaluz de todos los tiempos.
Hija de José Luis y Josefina, Belén Pérez –que tiene un hermano menor, José Luis– nació el 5 de enero de 1973 en Granada capital con una retinosis pigmentaria congénita, motivo que le llevó a afiliarse a la Organización Nacionales de Ciegos Españoles, donde en la actualidad enseña y presta ayuda profesional a niños ciegos y deficientes visuales como en su momento ella la recibió.
Persona alegre y despierta, simpática y entusiasta, su infancia y adolescencia discurrieron entre el juego, la familia, los amigos, las clases de flamenco –que tanto le gusta– y el deporte, faceta esta última que tomó verdadera carta de naturaleza gracias a la ONCE y su programa de actividades deportivas, en el cual se integró nuestra protagonista. Tras haber barajado distintas opciones y por consejo de los técnicos, Belén entró en el equipo ciclista de tándem de la delegación granadina, decisión que conllevó necesariamente sacar tiempo para los entrenamientos y las concentraciones a las que empezó a ser convocada, y compatibilizar todo ello con los estudios de Magisterio que comenzó en el curso 1990-1991 en la Escuela del Ave María de Granada, respondiendo a su vocación docente.
Así las cosas, el año 1991 estuvo pleno de nuevas sensaciones para la granadina, quien a su mayoría de edad y primer año de estudios superiores unió el debut en competición. Primeras carreras que dieron paso a otras en la que ya estuvo a su lado –por asignación de la propia ONCE– una persona de grandísima significación deportiva y personal para Belén: Ignacio Rodríguez Molina. Paisano suyo, de carácter similar, extrovertido y risueño, y de edad no muy dispar –les separan un año y siete meses–, la conjunción de Belén y su piloto Ignacio sería idónea desde el principio, por no calificarla de perfecta. “Teníamos nuestros gestos, nuestra propia comunicación en carrera”, recuerda nuestra biografiada, quien también ha valorado siempre el esencial apoyo de sus padres.
Tras un año de rodaje, la pareja granadina encaró la temporada de 1992 siendo una de las aspirantes a representar a España en los Juegos de Barcelona, objetivo que consiguió con creces al demostrar en las pruebas selectivas su excelente estado de forma y calidad, como atestiguan las cuatro medallas de oro conquistadas en los campeonatos de España, dos en el de carretera celebrado precisamente en Granada –fondo y contrarreloj por equipos (con Granada)– y otras dos en el de pista en Valencia –persecución y kilómetro. El triunfo en la categoría mixta de la Vuelta a Bélgica para tándems –10.ª plaza en la general– completó el camino hacia el debut en los Juegos Paralímpicos, en los que la exitosa racha se prolongó.
En Barcelona, los granadinos se impusieron en solitario, con un tiempo de 1 hora, 41 minutos y 37 segundos, en la carrera en línea mixta –la única para tándems en el programa de aquellos Juegos–, con 41 segundos de ventaja sobre los americanos Gregory Evangelatos y Elizabeth Heller y 1:06 respecto a los italianos Klaus Fruet y Maria Erlacher, los mejores de los diez binomios rivales.
En el nuevo ciclo paralímpico, las vidas de Belén e Ignacio fueron madurando y encaminándose hacia los futuros que uno y otro habían soñado, si bien mantuvieron firme su asociación sobre los pedales un año más, 1993, temporada en la que se repitieron los éxitos.
En el Nacional de ruta en Valladolid ganaron en fondo y fueron medalla de plata en contrarreloj por equipos, mientras que en el certamen de pista, otra vez en Valencia, se alzaron con el oro en kilómetro y puntuación y fueron bronce en velocidad. Entre ambas citas estatales acudieron al Campeonato de Europa de París, donde se proclamaron campeones continentales en fondo (carretera), kilómetro y persecución (pista) –además de quintos en velocidad. Por último, también revalidaron su condición de campeones del Tour de Bélgica en tándems mixtos, siendo novenos en la general.
Con Ignacio Rodríguez ya centrado en su sueño de ser profesional, a Belén Pérez le costó un mundo encontrar un piloto que le reemplazara y, de hecho, compitió con media docena de ellos en las dos campañas sucesivas, en las que, no obstante, mantuvo el tono victorioso.
En 1994 concurrió al I Campeonato del Mundo, celebrado en las localidades belgas de Gante y Peer, y conquistó el oro en línea, la plata en persecución y el bronce en kilómetro guiada por el vallisoletano José Ángel Santiago, con el que además ganó la Challenge Internacional de Lorient (Francia) y la etapa inaugural del Tour de Francia femenino. Antes de todo eso, había sido, junto al balear Francisco Javier Hammoudam, segunda en el Tour de Bélgica entre los tándems mixtos y después del Mundial se colgó el oro en kilómetro y persecución en el Nacional de pista, celebrado en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) y acompañada esta vez por el gaditano José María Coca.
Entre tanto, la granadina había culminado sus estudios –se licenció en junio de 1994– e inmediatamente pasó a ser profesora del equipo educativo de la ONCE. Recibió destino en Sevilla, a donde se mudó en octubre de ese año para trabajar en el Colegio Luis Braille. En este centro permaneció dos cursos académicos (1994-1995 y 1995-1996), en los que su esfuerzo por sobrellevar trabajo y ciclismo debió incrementarse habida cuenta la cercanía de los Juegos.
Con vistas al año 1995 siguió en su búsqueda de un compañero ideal. En tal orden, asistió al Campeonato de España de pista, en Valencia, con el levantino Salvador Sanchís –plata en kilómetro y persecución y bronce en velocidad–; al Nacional de carretera, en Segovia, con el granadino José Eduardo Barbero –recuperó el cetro en fondo–; y al Campeonato de Europa que acogió la localidad alemana de Altenstadt en compañía del alicantino Juan Enrique Vidal, con quien sumó tres medallas: oro en kilómetro y persecución y plata en fondo en carretera.
A esas alturas era evidente que Belén seguía en la cúspide dentro del tándem mixto a nivel internacional y que era candidata indiscutible para competir en su segunda cita paralímpica. Sin embargo, a un año vista de Atlanta 1996 se encontraba sin un guía en el que confiara plenamente. Por suerte, y de forma fortuita, como ella lo define, apareció Paco Lara –“una persona totalmente diferente a Ignacio”– y ambos aceptaron el desafío de formar, preparar y coordinar un tándem para los Juegos.
Los resultados del compromiso los tiene el lector en el encabezamiento de esta síntesis biográfica. Dos medallas que se unen, en el caso de Belén, a la ya obtenida en 1992 y que le convierten en la segunda andaluza más laureada de la historia de las Paralimpiadas (igualada con la citada Bazalo), solo por detrás de la malagueña Carmen Herrera.
En Atlanta, Pérez y Lara debutaron el 17 de agosto en el velódromo de Stone Mountain dentro de la calificación de la persecución, fase que superaron con el 5.º mejor tiempo (3:49.641) de los nueve participantes. En cuartos de final, derrotaron (3:47.518) a los americanos Pamela Fernandes y Michael Rosenberg (3:48.754) y, al día siguiente, en semifinales cayeron in extremis (3:47.057) ante los también yanquis Michael Hopper y Kathleen Urschel (3:46.929). No obstante, al registrar el mejor tiempo de los perdedores de las “semis”, se alzaron con la medalla de bronce. El oro correspondió a los italianos Claudio Costa y Patrizia Spadaccini.
Por último, el 22 de agosto se presentaron en la línea de salida de la carrera de fondo –13 tándems participantes– y al término de los 70 kilómetros de recorrido se jugaron el triunfo al esprint con la pareja canadiense formada por Alexandre Cloutier y Julie Cournoyer, quienes impusieron su mejor punta de velocidad –ambas duplas hicieron un tiempo de 1:31:42. Nueva medalla, una plata que tuvo el regusto amargo de haber acariciado el oro.
Fue el colofón a una temporada en la que el binomio granadino Pérez-Lara había triunfado en los campeonatos de España de ruta en Barbastro (oro en fondo) y de pista en Palma de Mallorca (oro en kilómetro y persecución), además de firmar la segunda plaza entre los tándems mixtos en el Tour de Bélgica.
De vuelta a España tras los Juegos estadounidenses, nuestra protagonista recibió el Premio Andalucía de los Deportes de 1996, pero, debido a la imposibilidad de seguir acudiendo a las concentraciones necesarias para seguir rindiendo al alto nivel, decidió dar por terminada su singladura ciclista a la edad de 23 años y consagrarse a la docencia de niños ciegos, labor que ha llevado a cabo en Jerez de la Frontera durante quince cursos (1996-1997 a 2010-2011) y, actualmente y desde 2011-2012, en Granada. Un reencuentro con su entorno que le ha permitido volver a practicar ejercicio físico con asiduidad, disfrutando de Sierra Nevada desde el montañismo y el esquí, modalidad en la que, por cierto, fue subcampeona de España de eslalon gigante en el año 1994.
Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 21 de octubre de 2020