Miguel Ángel Arroyo Cique

DEPORTISTAS OLÍMPICOS Y PARALÍMPICOS ANDALUCES

Miguel Ángel Arroyo Cique
Málaga

Miguel Ángel Arroyo Cique

12.11.1983

Málaga

1
Juegos ParalímpicosDeporteCategoríaPrueba
Resultado
2008 Pekín (China)AtletismoMasculina800 m T12
Puesto 7
2008 Pekín (China)AtletismoMasculina1.500 m T13
Puesto 13


Biografía de Miguel Ángel Arroyo Cique

En los Juegos Paralímpicos de 2008, dos andaluces, ambos deficientes visuales, portaron el estandarte del atletismo adaptado andaluz. Uno fue el granadino Manuel Garnica, en fondo, mientras que en las pruebas de medio fondo dicho honor le correspondió a Miguel Ángel Arroyo, un malagueño nacido en la capital el 12 de noviembre de 1983 y cuyo recorrido deportivo, ciertamente diverso, es un ejemplo de tesón y lucha contra una enfermedad degenerativa congénita que va mermando paulatinamente su visión. De hecho, en Pekín compitió de forma autónoma y actualmente ya no puede hacerlo sin el apoyo de un guía.

Durante su infancia y adolescencia, que discurrieron íntegramente en Málaga, Miguel Ángel padeció problemas de sobrepeso y ellos fueron la causa de que con 15 años comenzase a correr para eliminar esos kilos de más que le dificultaban en su día a día. No sabía nuestro protagonista que aquella actividad, además de conseguir el adelgazamiento deseado, iba a proporcionarle satisfacciones hasta entonces desconocidas. Tal era el disfrute de desplazarse cada vez más rápido con el mero impulso de sus piernas que, al cabo de los meses, la terapia pasó a ser un entretenimiento y el entretenimiento a competición cuando en 2001 se apuntó a una carrera popular en su ciudad natal. Allí, su ya excelente planta –1,83 metros de altura y 74 kilos de peso– y facilidad al correr llamaron la atención de uno de los técnicos deportivos de la delegación de la ONCE en Málaga, quien le auguró un buen futuro en el atletismo y le animó a que se propusiera progresar en esta disciplina, aunque también hay que reseñar que el judo –bronce en el Nacional de 2002 en 73 kg– no se le daba mal.

Aquel consejo caló hondamente en este admirador de Antonio Reina y Reyes Estévez, grandes referencias del medio fondo nacional, y lo hizo justo en el momento previo a su traslado a Valencia para comenzar en el curso académico 2001-2002 los estudios de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Universidad de Valencia. Sembrada en Andalucía la semilla del atletismo, nuestro biografiado encontró en la capital del Turia la alianza adecuada para que el embrión germinase en un joven y entusiasta entrenador, con el título nacional recién estrenado, Antonio Montoya Vieco, la persona que, según reconoce Miguel Ángel, más le ha influido en su vida deportiva.

Establecido el vínculo entre atleta y entrenador en 2002, la entrega, constancia y calidad del primero y los conocimientos y psicología del segundo posibilitaron que en las temporadas sucesivas los horizontes y objetivos atléticos de Arroyo, especializado en 800 y 1.500 metros, se hicieran mayores. Primero, logrando medallas en los campeonatos de España: oro en 1.500 indoor en Sevilla 2002, bronce en 1.500 al aire libre en Salamanca 2002, plata en 800 y bronce en 400 al aire libre en Gijón 2003… Posteriormente, llegando al equipo nacional en 2006.

Ese año debutó internacionalmente nada menos que en la cuarta edición del Campeonato del Mundo (IPC World Athletics Championships), celebrado en Assen. En la ciudad holandesa, famosa por su circuito de velocidad, el malagueño acabó 4.º (2:01.54) en 800 metros T12 y 8.º (4:24.56) en 1.500 metros T12 y, fundamentalmente, logró la medalla de oro (3:28.21) en relevos 4×400 T11-13, metal que representa el mejor de sus recuerdos deportivos.

Tras su primera experiencia fuera de España, en 2007 Miguel Ángel volvió defender la camiseta nacional en los terceros Juegos Mundiales de la IBSA –competición polideportiva de rango universal que organiza cada cuatro años la International Blind Sports Federation–, en Sao Paulo (Brasil), donde se colgó la medalla de bronce (2:00.22) en 800 metros B2 y concluyó 6.º (4:18.50) en 1.500 B2.

Con tales avales y a sus 24 años de edad, el mediofondista andaluz aumentó en 2008 su pasaporte deportivo viajando a los Juegos Paralímpicos de Pekín, en los cuales debutó el 8 de septiembre en su prueba predilecta, los 800 metros. Segundo (1:58.07) en la segunda serie de primera ronda, marcando el 7.º mejor tiempo de los 12 participantes, no pudo acceder a la final reservada solo a los vencedores de cada una de las tres clasificatorias y al mejor tiempo restante, aunque se hizo con el diploma paralímpico. Ganó el tunecino Abderrahim Zhiou, con un registro de 1:52.13 en la final.

Dos días después, en la prueba de 1.500, Miguel Ángel también quedó eliminado en la primera fase, aunque rozando el acceso a la final. Fue 3.º en la segunda serie –clasificaban los dos primeros de cada una de las tres semifinales y los cuatro mejores tiempos– con un tiempo de 4:16.19, el 13.º entre los 18 participantes en el ranking global. El oro correspondió al keniano Henry Kirwa (4:06.11).

Luego de la impactante vivencia paralímpica, nuestro biografiado, en plena madurez atlética, continuó con los entrenamientos en Valencia en busca de nueva participación en los Juegos, inaugurando el nuevo período de cuatro años hasta Londres 2012 con la asistencia al Campeonato de Europa de la IBSA (IBSA European Athletics Championship) de Rodas 2009, en el que demostró mantenerse en el nivel de los mejores de su categoría: 5.º (4:23.67) en 1.500 B2, el 10 de junio, y 4.º (2:03.52) en 800 para todas las clases, el 11 de junio, en ambos casos disputando la final directa.

Sin embargo, el infortunio en forma de lesión vino a cruzarse en el camino del atleta malagueño. Una tendinitis rotuliana sobrevenida en el transcurso de la campaña de 2009 motivó que tuviese que ser operado y abandonar el atletismo de forma temporal, si bien la larguísima recuperación –dos años– y las malas sensaciones que el atleta tuvo al comenzar la rehabilitación, con recaídas poco esperanzadoras, le condujeron a tomar la decisión de retirarse definitivamente del atletismo a finales de 2011.

No fue, pese a ello, un adiós al deporte. Tan connatural era la actividad física en la vida de Miguel Ángel y tales eran sus ganas de volver a los Juegos Paralímpicos que en 2012, tras escuchar otro buen consejo de un gran amigo suyo, se determinó a probar en paratriatlón, modalidad que debutaba en los Juegos de 2016. En la nueva disciplina y con los colores del club Horta de Picassent, nuestro personaje se proclamó en 2013 campeón de España de la clase TRI-6 en Altafulla (Tarragona) y campeón nacional de duatlón en Pontevedra. Asimismo, se estrenó como internacional en el Campeonato del Mundo en Londres, donde ocupó la 13.ª posición en la misma categoría funcional.

Pese al esfuerzo y al indudable éxito en la disciplina de los tres deportes, una circunstancia ajena al control de Miguel Ángel Arroyo vino a desbaratar, de nuevo, todos sus planes, tal fue la no inclusión de la clase 6 (TRI-6 y luego PT6) –en la que él competía– en el programa deportivo de Río de Janeiro 2016, anuncio que el Comité Paralímpico Internacional (IPC) efectuó en enero de 2014. Esta nueva e inesperada situación provocó un nuevo y rápido giro en la trayectoria deportiva de Miguel Ángel, quien a partir de ese momento se centró en el ciclismo para mantener viva su ilusión de estar en los Juegos Paralímpicos.

La primera temporada completa y a buen rendimiento de Arroyo en el deporte del pedal fue la de 2015. Inscrito en el equipo Volcenter y formando tándem –la enfermedad ya no le permitía competir con autonomía– con el ex profesional de carretera Toni Tauler, el andaluz y el balear dieron el primer aviso de sus intenciones en el Campeonato de España de Ciclismo Adaptado en Ruta de 2015, en Ciudad Real: medalla de bronce en línea y 5.º en contrarreloj. Al año siguiente y bajo el patrocinio de Hyundai Koryo, las prestaciones del binomio mejoraron –bronce en contrarreloj y plata en línea– en el certamen nacional celebrado en Estepona (Málaga), si bien muy poco después, en ese mismo verano, una nueva pérdida de visión de Miguel Ángel –quedó reducida al 10%– dio al traste con las opciones del gran deportista malagueño de volver a pisar una Villa Paralímpica.

A pesar del nuevo revés del destino, el espíritu deportivo de Miguel Ángel Arroyo, ya alejado del atletismo, el triatlón y el ciclismo, le ha llevado a afrontar otros retos como la concurrencia a la carrera espartana de Valencia llevada a cabo en diciembre de 2016 y que completó en compañía de sus dos hermanos, David y Juan, que hicieron las veces de guía.

En paralelo, nuestro protagonista opositó y logró su plaza como profesor de Educación Física, pero al poco tiempo debió dejarlo por serle declarada la incapacidad, lo que le llevó a una profunda depresión y a coger más de 20 kilos de peso. Tras dos años terribles, una vez más se sobrepuso a la adversidad y en el verano de 2019 comenzó a practicar remo en el Club de Remo Ciudad de Valencia, donde encontró dos aliados en Erika González y David Casinos, con los que entrena en una yola mientras consiguen una embarcación adecuada para el cuatro con timonel. Sus esfuerzos van encaminados a buscar la plaza para Tokio, y de hecho –tras perder buena parte del citado sobrepeso– ya ha participado, junto a sus dos compañeros de club, en una concentración del equipo nacional de remo adaptado celebrada en la localidad orensana de Laias en agosto de 2020.

Por lo demás, Miguel Ángel sigue viviendo en Valencia junto a su mujer, Alba, y sus dos hijos, Ángel y Elena.

Biografía extraída del libro 341 Historias de Grandeza, de los autores Pepe Díaz García y José Manuel Rodríguez Huertas, y actualizada a 8 de octubre de 2020